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Por Montserrat Cisneros Gamez 19 may, 2023
El consumo de azúcar blanca refinado, ya sea en forma directa o bien a través de platos elaborados con éste, en repostería, caramelos, helados, galletitas, tortas, mermeladas, chocolate, gaseosas y otros tipo de bebidas azucaradas, afectan la salud psico-física de los seres humanos. CÓMO EL AZÚCAR AFECTA AL SISTEMA NERVIOSO Las enfermedades del Sistema Nervioso afectan a muchas personas en la actualidad. El consumo de azúcar está íntimamente relacionado con ello. Cuando una persona padece depresión, ataque de pánico o algún tipo de desequilibrio emocional, puede comprobarse, en general, que en su dieta existe una gran cantidad de azúcar refinado. Un cambio de alimentación, prescindiendo de alimentos que son nocivos para la salud, genera cambios en el comportamiento psicológico y muchas veces ayuda en la resolución del conflicto tanto psíquico como físico. El azúcar modifica la química interna. Suele ocurrir que los síntomas de ansiedad o perturbación emocional estén íntimamente relacionados con un desequilibrio de la glucosa en sangre, debido, justamente, al consumo de sacarosa o azúcar refinada. “En la antigüedad los médicos árabes y judíos consideraban al azúcar como un agitador cerebral. El cerebro es el órgano más sensible del cuerpo. La diferencia entre sentirse animado o decaído, consciente o insano, calmo o irritado, inspirado o deprimido depende en gran medida de lo que llevamos a la boca. El azúcar no es necesario , ni beneficiosa para el organismo. La glucosa es el elemento esencial para la sangre. La glucosa es un azúcar que se encuentra asociado generalmente con otros azúcares en frutas y verduras. Es un material clave en el metabolismo de todas las plantas y animales. Muchos de nuestros alimentos principales se convierten en glucosa en nuestros cuerpos. La glucosa está siempre presente en nuestro flujo sanguíneo y a menudo se la llama azúcar sanguínea y de ella se alimentan las células del organismo. Cuando se dice que es importante el azúcar como componente esencial del cuerpo humano y la importancia que tiene éste como fuente de energía y su metabolización para producir calor, se está hablando de la glucosa, que nuestro propio cuerpo fabrica. Cuando tomamos azúcar refinada (sacarosa), se convierte rápidamente en glucosa, por lo que escapa en gran medida al proceso químico en nuestro cuerpo. La sacarosa pasa directamente a los intestinos, donde se convierte en glucosa predigerida y es a su vez es absorbida por la sangre. De esta forma el nivel de glucosa de la sangre aumenta drásticamente. Se destruye el equilibrio y el cuerpo está en crisis. El cerebro es el primero en registrarlo. Las hormonas fluyen de las cápsulas adrenales y acaparan todo recurso químico para enfrentarse al azúcar: la insulina de los islotes endocrinos del páncreas trabaja específicamente para retener el nivel de glucosa en la sangre en una función antagónico-complementaria a las hormonas de adrenalina que elevan el nivel de glucosa. Todo esto ocurre a un ritmo de emergencia con resultados predecibles. Demasiado rápidamente se va demasiado lejos. Desciende el nivel de glucosa de la sangre y aparece una segunda crisis como consecuencia de la primera. Los islotes pancreáticos tienen que cerrarse; lo mismo tienen que hacer algunas partes de las cápsulas de adrenalina. Deben producirse otras hormonas de adrenalina para regular el reverso de la dirección química y elevar nuevamente el nivel de glucosa de la sangre. “Todo esto se refleja en la forma como nos sentimos. Mientras la glucosa es absorbida por la sangre, nos sentimos animados. Sin embargo, a este impulso energético sucede una depresión, cuando la glucosa comienza a bajar, nos sentimos inquietos, cansados, necesitamos hacer un esfuerzo para movernos o incluso pensar, hasta que se eleva de nuevo el nivel de glucosa. Podemos estar irritables, un manojo de nervios, alterados. Si continuamos consumiendo azúcar una nueva crisis empieza antes de terminarse la anterior. Tras varios años con días así, el resultado final son glándulas adrenales enfermas. La producción de hormonas en general es baja, las cantidades no se amoldan. La alteración funcional, desequilibrada, se refleja en todo el circuito endocrino. Muy pronto el cerebro puede encontrarse en dificultades para distinguir lo real de lo irreal. Cuando el estrés se interpone en el proceso, nos desmoronamos porque no tenemos ya un sistema endocrino sano para enfrentar cualquier contingencia. Día a día nos encontramos con una falta de eficacia, siempre cansados, nada logramos hacer. El azúcar refinado sólo proporciona al ser humano, lo que describen como calorías vacías o desnudas. Por otro lado el azúcar drena y extrae las preciosas vitaminas y minerales del cuerpo, por las demandas que su digestión, desintoxicación y metabolismo producen sobre el organismo. Muchas de las enfermedades de la época, tales como cáncer, diabetes, hipotiroidismo, sida, afecciones circulatorias, anemia, remoción de útero, osteoporosis, hipertensión, hipercolesterolemia, artritis reumatoidea, artrosis, reuma y las afecciones propias del sistema nervioso, como esclerosis múltiple, depresión, insomnio, ataque de pánico, tienen que ver con el consumo de azúcar blanco o sacarosa. EL AZÚCAR Y LA PÈRDIDA DE MINERALES ; CALCIO, FÓSFORO, MAGNESIO , ZINC, HIERRO La ingesta de azúcar genera un estado de acidificación sanguínea. Como la sangre en sus estado normal es alcalina, al consumir este alimento, el organismo en la búsqueda de su equilibrio natural, quiere volver a su estado de alcalinidad, para ello recurre a las reservas naturales del cuerpo, usando los minerales almacenados que son alcalinos, tales como el hierro de la sangre, magnesio y zinc de las células cerebrales, yodo de la tiroides, minerales del cuerpo en general. La anemia tiene que ver con la falta de hierro, el hipotiroidismo con la de yodo, la depresión con la falta de magnesio y zinc. En general esta pérdida de minerales va debilitando la condición general del ser humano, bajando su Sistema Inmunológico y haciéndolo propenso a las enfermedades mencionadas anteriormente, que hoy tanto afectan. A la larga todo exceso de azúcar afecta a todos los órganos del cuerpo. Al principio se almacena en el hígado en forma de glucosa (glicógeno). Puesto que la capacidad del hígado es limitada, un consumo diario de azúcar refinada, hace que el hígado pronto se hinche como un globo. Cuando el hígado está abarrotado en su capacidad máxima, el exceso de glicógeno retorna, a la sangre en forma de ácidos grasos. Estos son transportados a todas las partes del cuerpo y almacenados en áreas menos activas, el vientre, las nalgas, las mamas y los muslos. Cuando estas áreas relativamente inofensivas están repletas, los ácidos grasos se distribuyen entonces, entre los órganos activos, como el corazón y los riñones. Estos órganos empiezan a disminuir su función. Finalmente sus tejidos degeneran y se convierten en grasas. El cuerpo entero queda afectado, con su capacidad reducida, creando una presión sanguínea anormal. Nuestro Sistema Nervioso Parasimpático queda afectado y los órganos que éste gobierna, tales como el cerebelo, se vuelven inactivos o se paralizan . Los Sistemas Circulatorio y Linfático son invadidos y la calidad de los Glóbulos Rojos empieza a cambiar. La clave para un funcionamiento ordenado del cerebro es el Ácido Glutámico, un compuesto vital que se encuentra en muchas verduras. Las vitaminas B tienen un papel muy importante en la división del ácido glutámico, en compuestos antagónicos-complementarios que producen una orden de proceder o de controlar en el cerebro. Cuando se toma azúcar refinada cada día, disminuye la reserva de Vitamina B, causando adormecimiento, haciéndonos perder nuestra capacidad de calcular y memorizar.” EL AZÚCAR BAJA L A ENERGÍA El azúcar blanco refinado la quita. Cuando se habla de azúcares que aportan energía, esto se refiere a carbohidratos complejos, tales como los cereales integrales (arroz integral, mijo, cebada perlada, avena, trigo, maíz, centeno y otros…) Estos carbohidratos complejos aportan azúcares de una calidad diferente a la de los carbohidratos simples (azúcar refinado o sacarosa, harinas blancas, arroz blanco, pastas de harinas blancas en general). Cuando se consumen carbohidratos simples se genera una combustión rápida de azúcar en la sangre Lo que ocurre es similar al fuego en un pajar, se enciende con fuerza y con esa misma fuerza que se encendió, se apaga. Por eso cuando se consume este tipo de alimentos, se tiene energía en un momento, pero luego ésta desaparece y erróneamente se busca consumir “algo dulce”, para volver a tener energía. El resultado es sensación de sueño, pesadez, dispersión mental, sensación de fatiga, falta de memoria, tristeza, abulia. El organismo tiene que realizar un gran esfuerzo para pasar de un estado de hiper-acidez, producido por el consumo de azúcar blanco, a un estado de alcalinidad, que es su estado natural. Para pasar de un estado de acidez sanguínea a otro de alcalinidad, la misma sangre tiene que sacar minerales (que son alcalinos), de la reserva corporal y establecer de esta manera un equilibrio. AZÚCAR Y OSTEOPOROSIS En general hay una preocupación muy grande respecto a cómo hacer para incorporar calcio y evitar la osteoporosis. Más que preocuparnos por cómo incorporar calcio habría que entender cómo hacer para que éste no se pierda en el organismo. El calcio al igual que otros minerales, es extraído de las reservas de minerales del cuerpo, cuando se consume en exceso alimentos acidificantes (grasas saturadas, azúcar, café, hierba mate, cafeína en general, productos químicos) La sangre cuando se acidifica, intenta volver a su estado natural de alcalinidad y para ello extrae los minerales alcalinos de la reserva del cuerpo, para equilibrarse. Cuanto más azúcar se ingiere menos calcio disponible se tiene. POR QUÉ ES TAN DIFICIL PRESCINDIR DEL AZUCAR El sabor dulce es el primero que está en contacto con el ser humano. La leche materna tiene sabor dulce. Al biberón de leche, que se da al bebé los primeros años de vida, también se le agrega azúcar. Cuando éste llora se lo acerca al pecho de la madre o al biberón. La leche de vaca también tiene un sabor dulce. De manera que a lo largo de la vida, el sabor dulce se asocia con la posibilidad de serenar, dar contención y tranquilidad. Por eso, a través de nuestro crecimiento y desarrollo seguimos buscando ese sabor dulce, queriendo encontrar por medio de él, afecto, sensación de protección. Al consumir alimentos dulces se genera una sensación de tranquilidad, la adrenalina disminuye.
Por Montserrat Cisneros Gamez 04 mar, 2023
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